El cráneo de la mariposa
Pende
de la rama un ángel de ébano
Con
el arte perdido en las alas quebradas
Pende
un rostro caído en el color de las lanzas
Cuelga
un corazón constelado del cielo
Cantos
de arena cercenan la garganta.
Ojos
nocturnos en lo alto se vuelcan
Piel
tejida de héroe sobre yugos de lira
Regresa
a envolver el cuerpo perforado
El
asesino viste de púas y arietes
En
ritual agudo a tu cabeza mira
No
regreses más, no regreses.
En
previas noches al cristal recogiste los pasos
Pintaste
tu seda en buen augurio para el labriego
Desbordaste
sobre las calles la boca llena de polvo
Ápices
de néctar en los días florecieron
Había
en tu lengua, tu lengua de copa larga
Uvas
secas para el hambre del corvo negro.
Aureolas
largas como cuellos de cuernos
En
la oquedad del hueso acunaron los arrullos
Aleteos
de rebaños cantaron al largo sueño
Acunaron
en notas al capullo.
No
vengas a mi especie
No
equivoques el rumbo
Me
desangraría si tus cuernas cortasen
Maldito
de mí, nectario verdugo.
Mis
raíces antiguas no sabrían regresar
Lo
olvidaría todo, tu nombre de diosa
Tu
condición de huérfana mortal
No
sabría del nudo donde nacen al viento los nervios
Ninguna
ala de buey sabría al polen labrar.
Tranquila
Monarca, pastea las brisas
Ojos
serenos vuelan al tacto
Ninguna
espina a tu lomo acecha
Los
campos de ninfas los guarda el astado
Rojas
gigantes el pecho le alivian.
Cuando
la puerta del sol ofrezca el fin
Ofrece
tú la rama de los colgados
La
pared despintada de cabezas huecas
Y
el dintel de los garfios derrotados.
En
el cuero vivo siembra tus alas silenciosas
La
cabeza hallará el cuerpo
Galopa
el aire que amas…
Toro-mariposa.
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