En su primer poema publicado como nota en su perfil de Facebook reza el primer verso:Entre las ramas de los árboles / amanece el gris perlado. Es el preámbulo de un inicio, el inicio del día y cuando termina. Este primer poema no tiene título. Es un poema con una imagen que amanece entre los árboles con rocío. Tema e imagen que retomará en su segundo libro con el poema Esbozo. Sus escritos penden de cuatro grandes hilos estructurantes de su obra: La vida, la muerte, la ciudad y el amor. La vida y la muerte porque sus inquietudes literarias, inculcadas por sus padres, la llevaron desde muy joven a dialogar con aquel contexto convulso. Siempre supo que tenía algo que escribir, algo que enseñar y algo que informar. Y lo hizo: como poeta, docente y periodista. La ciudad, en ella suceden los diálogos íntimos entre la muerte y la vida cuando se encuentran en una esquina. El amor es el tema predominante de su último poemario; y el amor es una manera de empezar un viaje. “La poeta murió en paz y de forma serena haciendo frente al nuevo viaje que inicia”, decía el anuncio de su partida.
Primero enfermó de poesía, y la poesía como la enfermedad también es un diálogo entre la vida y la muerte. El pájaro cuando está en la tierra no canta y a la poeta no le gustaban las alturas ni viajar en avión. ¿Y cómo vencer a la muerte con la poesía? ¿Se puede salir vivo de ella? Mientras avanzo en su obra los títulos de sus libros parecen el preámbulo de una despedida, o mejor, de una promesa de regreso, como la costumbre de nuestra raza urbana o como un “por si acaso”: De soslayo, prendada (2010), Trazo en sesgo la noche (2012), En tierra, el pájaro olvida cantar (2017) y Mí por siempre jamás (2019). El segundo está disponible en línea. De este libro, Pasos es un bello poema que encierra esa tradición de creer que la persona que está próxima a morir empieza a recoger los pasos. Creencia que encierra en el fondo la idea de la circularidad, y tal vez de la inmortalidad; visitar los mismos lugares, frecuentar las mismas personas, decir las mismas cosas, llorar los mismos muertos que nos han acompañado: Recoger los pasos caídos en los años / Recuperar sus huellas del olvido / sacudirles el polvo que dejó el anhelo / Encontrarlos en vida, añejos no perdidos / Devolverles la inmortalidad de espejo / que la savia de un beso puede darles / Sacar del ropero un traje a su medida / Vestirlos / no sea que la muerte llegue. En su último poema Ronroneo, del mismo libro, relaciona aquel acto de la cotidianidad de cocinar con el acto de despedida: preparo omelettes / salteo recuerdos como quien / prepara una cena a la despedida.
¡Poetisa!: ¿Has vencido a la muerte o la muerte ha sido el triunfo? La muerte es el objeto a quien la extensión de tus letras le ha dado vida. Le cantaste sin miedo a un destino pero te inmortalizaste en cada voz viva que vuelve a tu obra. Ahora somos nosotros los pájaros que cantamos tu eternidad. No es el 20 de agosto de la pandemia tu fin, es tu regreso. Has vuelto a cantar entre las ramas de los árboles como un amanecer gris y perlado. Ahora, sin miedo a volar en paz.
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