domingo, 8 de noviembre de 2020

El coleccionista intangible y su banda sonora

 



El coleccionista intangible: relatos salseros y poemas del guaguancó, es la ópera prima del poeta y compositor colombiano John Alexander López. El libro, compuesto por 14 relatos y 4 poemas, es una iniciativa apoyada por La convocatoria por las artes y la cultura y la Alcaldía de Santiago de Cali, Colombia. 

El coleccionista intangible es el relato que da título a esta propuesta literaria y es el mejor logrado a nivel literario de toda la obra. Aristóbulo Macabeo es el Borges de la música salsa. Es un coleccionista compulsivo de elepés, acción que termina convirtiéndolo en un solitario acumulador tratando de encontrar en cada vinilo la música suficiente para intentar llenar el vacío que ha dejado el fallecimiento de su madre, Arlynda Macabeo, una de las primeras mujeres que llegó a tener la colección más grande de música en formato elepé y sabía más de salsa que su esposo. La música que lo acompaña en acetato por toda la casa le profetiza la inminencia de la muerte. Esta escena es tal vez la imagen de la preciosa muerte de un coleccionista abrazado a un recuerdo. Patenqué es el relato de un hombre que decide abandonar sus estudios de piano clásico y aplicar sus conocimientos en una orquesta de salsa, con lo que logra demostrarle a su padre el talento de tocar y dirigir. En Relato de una gata, un hombre hospitalizado da señales de estar consiente tocando el acorde de su vida con la mano izquierda. Conjunto Cásico, famosa y tradicional orquesta creada en New York, en 1979, aparece referenciada en Yo conocí a los Rodríguez; una noche de toque un hombre llega e interrumpe a un grupo de famosos músicos, lo hace porque alega que aquella canción que están tocando le falta un pedazo y lo hace porque él es descendiente de aquella familia de reconocidos músicos que fundaron dicha agrupación. Acto seguido, el jibarito empieza a narrar el éxodo de su familia hacia Colombia, la separación de cada uno y la pérdida del contacto. En Memorias de la octava una joven, hija de una madre coleccionista de noches y canciones de carnaval, se ha convertido en una coleccionista de recuerdos. El dilema está en si quiere de verdad seguir el legado de su madre. La guajira es un tipo musical de la salsa, una de las canciones que sobresale es la intitulada Once y trece, de Clandeskina Orquesta. Canción a partir de la cual el escritor crea su texto titulado Relato de una guajira. Una de las técnicas literarias empleadas por el escritor es el uso de personajes reales trasladados al relato y convertidos en personajes de ficción; ese es el caso de los relatos Yo conocí a los Rodríguez y La fiesta de los poetas. En Cuba linda se narra la promesa de regresar a La Habana y sembrar una rosa blanca en julio como en enero. En Cha cu chá: El drama de la semilla hay el planteamiento de una pregunta: ¿Quién es el referente universal de los maraqueros? En el poema Si me esperan hay una estrofa que podría llegar a ser la semilla de todo lo que se ha logrado concebir en este libro de letras músico-literarias: Honorífica lontananza / llévame hasta le génesis de tu recuerdo, /  hacia el primer sonido / que la semilla escuchó. El poema es una invitación a la fiesta de la eternidad.  

 El autor recurre a herramientas narrativas de la oralidad y de la jerga salsera. Este homenaje a la salsa nos invita a descubrir qué es un cuero desnudo, un pregón, un tambor hembra. O quién es Cachao, Cándido, Rolando, Felipe Pirela. O dentro de este contexto literario qué pueden significar frases como “cógelo suave que no es merengue”, “hay fuego en el 23”, “el buen ebrio vuelve a casa”. O a qué instrumentos se les nombra como tres, bongo, marimbula, güiro. El lector en cada línea se cruzará con un coleccionista, un maraquero, un compositor, una musa, un músico o un fragmento de canción que podrá halarle la sangre a los orígenes de la semilla musical que nos palpita por dentro.

 Quienes promulgamos una fe religiosa por un género musical como el rock, el vallenato o la cumbia estamos ante una propuesta literaria de semillas comunicantes entre la literatura y la música, en este caso entre la música salsa, el relato y el poema. Hablar de salsa, en este caso, es caer en una generalidad clasificatoria de la música antillana o afrocubana; tiene tantas subdivisiones como el vallenato, el rock o la música andina. A lo largo de 81 páginas se menciona el montuno, la guajira, la guaracha, la pachanga, el son y otros tipos musicales. Este libro se puede escuchar a partir de los referentes musicales que plagan todos los relatos. Al final el autor ofrece una lista de canciones por cada relato y poema; lo que permite realizar una nueva lectura que resignifique y profundice el nivel literario de la obra. Es un buen desafío para los pocos conocedores del género y un son de 14 estrofas para los que tienen la clave. 

 

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